martes, 1 de abril de 2008

El bus rojito

El Transmilenio es empíricamente un medio masivo de transporte. Cuando salen noticias sobre el bus rojito, siempre los temas resaltados se refieren a la tardanza de los servicios y su saturación, los problemas nunca resueltos de la malla, que como declaró Peñalosa a este Dupián, cuentan con un seguro que se encarga, y la inseguridad.
Sin embargo, este medio de transporte de capitalinos y foráneos es ante todo una experiencia social de primera orden. o mejor, de desorden.
El Dupian está convencido de que un estudio sociológico sería muy entretenido y sorprendente. Por eso, dedica las siguientes líneas a narrar su dupesca observación.
Vayamos por puntos. Las pantallas de información, que indican el tiempo de espera para un servicio son útiles cuando funcionan y no presentan errores. Por lo menos, el sistema tiene la decencia de hacer la espera menos eterna. Sin embargo, ¿alguna vez se ha preguntado que son estos signos "++"que aparecen, por ratos, al lado de su ruta? Todos los días me hago esa pregunta pero nunca me decido a hacerlo, porque uno va de afán, o concentrado, o se le olvida o simplemente da igual.
Y es esa misma falta de importancia la que se ha expandido en los usuarios del sistema. ya nadie protesta por el precio del trayecto, ni se escucha "córranse que ahí cabe más gente". Como tampoco se ve que haya un mínimo esfuerzo por descifrar un mapa, contentándose con preguntar al vecino buena cara que tiene al lado o al policía bachiller de turno. A estas alturas, la mayoría de quienes se suben al bus rojito podrían tener un mínimo de conocimiento y saberse el transmialfabeto: A, B, C, D, F, G, H, J como en los tiempos del colegio. Total, el usuario está en aprendizaje porque no sabe leer ni ubicarse.
Los problemas de ubicación son frecuentes. Existen algunos pasajeros que no saben mantenerse en su espacio aunque este sea reducido. Se tienen de la barra pero empiezan como micos saltando lianas a hacer un recorrido por toda la barra, propiciendo el contacto físico con sus vecinos. Otros, cansados iniciando la mañana descuelgan su brazo de la barra sobre las cabezas de otros pasajeros o invitándolos de forma poco gentil, a reacomodarse.
El ingreso al bus también es igual o más idiosincrático. Ya nadie deja salir. El afán de ingreso a una caja llena de humanos puede más que la urbanidad. Hombres y mujeres empujan a quien tenga a su paso, y su fuerza es mayor cuando su obstáculo humano cede paso a los salientes. Aquí se utilizan varios trucos: sombrillas, carteras y carpetas de abogadillo de centro, para lograr desequilibrar a quien da salida y con eso empujarlo con fuerza sútil al interior del bus.
Luego, el caso de las señoras 40-50 vale la pena analizarlo con detalle. La mayoría de mujeres entre esas edades sufren de precocidad. Por un lado todas se sienten cansadas y de tercera edad, pues no hayan problema en ocupar las sillas azules y hacerse las locas cuando se sube quien sí las necesita y tiene derecho a ocuparlas. Además, siempre están inspeccionando a los pasajeros, seguramente usted se habrá topado con la mirada despreciativa de una de ellas.
pero así como hay señoras cansadas, hay jóvenes cansados. Sí la juventud ya no resiste igual y tienen que sentarse en el espacio para personas en silla de ruedas o en el centro del articulado. Ese cículo de paredes de acordeón es la zona V.I.P de tres o cinco estudiantes, a los sumo que marcan su territorio no atravesable.
Es un panorama en el que el espacio y la lucha por este lo es todo. Somos humanos territoriales, eso es inmutable. Pero podemos aprender a controlar nuestro deseo de acaparar el espacio, los espacios y de dar entrada a otros. De lo contrario, seguiremos en estado natural en el busesito rojo.

2 comentarios:

  1. Sta. Natalia... fíjese ud. lo que una se encuentra por estos lares. Sin duda alguna el busesito rojo, como su merced lo llama, cambió no sólo la forma de movilizarnos de capitalinos y pseudo-capitalinos. Además, configuró un nuevo espacio urbano y, claro, lo que resulta más interesante, "sui generis" de convivencia: unos y otros nos integramos en esa caja roja que en apariencia es muestra de civilización, pero que guarda ese toque bogotano -ojo, bogotano, no colombiano- folclórico y caótico.
    Por algo Bogotá es Bogotá y Transmilenio Transmilenio... así estemos llenos de copias europeas.
    Saludo desde la más civilizada (?), pero igual caótica, Europa...
    Li-Le (????)

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  2. me hiciste acordar de mis primos costeños con los que me iba en tm a ver teatro... ellos impresionados y yo pensando que bogotá es una ciudad chambona, pero bien maquillada. y como con las viejas, eso es tramador.

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