sábado, 26 de abril de 2008

Juegos de niños

Mister Bush ahora se dedica a dirigir orquestas. En vista de su fracaso para dirigir el mundo -occidental, por aquello del que mucho abarca poco aprieta- el jefe de la White House se dedica a ser payaso de tiempo completo en la cena de la Asociación de corresponsales de dicha house.
Después de utilizar la batuta como si fuera un revólver en manos de borracho - a todas estas así debe verse él en su rol de mando- le dio paso a un comediante de esos gringos a los que les gusta hacer bromas sobre latinos y claro, en ese auditorio casi todo WASP, las carcajadas resonaron como en una pesadilla. No creo que a la comunidad latina ni a nadie que entienda lo indelicado del asunto les gustaría escuchar eso de que "los inmmigrantes latinos hacen los trabajos que los norteamericanos no quieren hacer". Puede ser verdad pero no creo que sea para reir.
Por lo visto a eso hemos llegado, y quizás en un próximo futuro, su fiel seguidor colombiano le copie los pasos y termine de director emérito de una banda de guerra. Aunque claro, en este país por ahora todos los asuntos son de seriedad y poca risa. Mas todas las semanas asistimos a circo gratis, como el del hombre que quería jugar a las escondidas en Costa Rica, mientras su primo hace reclamos a su madre la Corte Suprema por la incómoda y prolongada estadía en su casa-país de su conocido apodado "Macaco". Papá Bush seguro le ajusta las tuercas.
Lo que puede estar sucediendo es que ya no queremos sonreir, o más bien que nos han enseñado a mantener un rostro sin gestos ante un realidad inefable.
Sin embargo, hay que ver el lado positivo de la tragedia. Los apodos, por ejemplo, son todo un deleite de carcajadas e imaginación en el colegio o en la universidad, en el trabajo o en la familia. La mayoría de la gente tiene apodos, aunque esto no es cuantificado por el Dane, no es algo serio. Empero, es un hábito muy común en los grupos ilegales. Pero sobretodo son curiosos los alias: Macaco, La Iguana, Jorge 40, HH, El patrón, El Mexicano.... la lista es larga, porque cuente usted que hay ya 42.000 desmovilizados según el ministerio de Defensa. Esos son 42.000 alias-apodos. Toda una gama, casi para hacer colección, y por ahí, si uno encuentra entre esos miles uno que se acomode a su personalidad puede comenzar a utilizarlo. Puede ser el único pragmatismo de la guerra que sea útil.
Necesitamos utilidad de aquellas cosas que nos hacen mal, no en vano dicen que todas las cosas nos son para bien. Ese sí debería ser el principio que cada uno de nosotros debería aplicar, para hacer de nuestra existencia una más agradable. Agradable sí, color de rosa imposible.
Sólo así se pueden comprender los delirios o sueños frustrados del presidente de los gringos entre guerras, mentiras y música.
Quizás nunca dejamos de ser niños y aquello que se llama adultez no es sino el ser niño pero con la crueldad y la perversidad como complementos. Los niños son crueles, ¿no?, o más bien siempre somos crueles y después ocultamos la crueldad con la hipocresía. Es decir, adquirimos mañas o desarrollamos gustos que en la medida de lo posible y de nuestro enclasamiento en el mundo podemos poner en práctica para impactar a más personas. Recordemos que como niños nuestro mayor anhelo es ser el centro del universo, para lo cual haremos lo que sea, incluso armar berrinches.
La vida adulta no existe, menos ahora que la precocidad en todos los ámbitos está a la orden del día. Pensándolo bien, el problema no es ser precoz sino ser permisivo.

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