martes, 26 de agosto de 2008

Cuento en varias entregas Parte II

Ella se sentó en la mesa de costumbre. Ahí, bajo la lámpara que le recordaba la casa de sus abuelos, mirando hacia la avenida principal.
Sacó el estuche de maquillaje, abrió la cremallera y sacó uno a uno los implementos de belleza, con un cuidado de quirófano. Cada uno, fue acomodado en estricto orden de uso. El corrector, la pestañina, los polvos, el delineador de labios, el pincel y el labial, los polvos compactos y el encrespador.
Ella nunca había sido vanidosa. Sólo usaba maquillaje cuando era necesario, porque creía ciegamente en su belleza natural. Sabía, además, que el maquillaje le agregaba más belleza a su rostro asaltando la atención del público masculino. Mas todo cambió en un día sin razón alguna cuando resolvió comprar los utensilios de belleza y salir a la calle arreglada, además de retocarse a la media mañana y otra en la tarde, mientras tomaba café. Aquello que creía tan innecesario se convirtió en un ritual diario.
Ella se creía cantante. Hoy, por ejemplo, tenía que cantar con un trío en un pequeño bar, más bien bohemio. Lo cierto era que no había encontrado el género que le favorecía. Una vez, no hace mucho, se presentó para cantar con un mariachi. Durante dos semanas se aprendió todas las rancheras posibles y vio cuanta película mexicana pirata llegaba a sus manos.
Cuando llegó a la prueba se dio cuenta que vestida de mariachi era un chiste de muy mal gusto y salió de allí corriendo, espantada, con el vestido a medio quitar. Días más tarde, lo envió al dueño del grupo con un nota de disculpa.
Ella no siempre tomaba buenas decisiones, y cuando caía en cuenta de su error, huía sin poner la cara. Fue precisamente en una de sus muchas escapadas que había conocido a Galván.

No hay comentarios:

Publicar un comentario