viernes, 5 de septiembre de 2008

Cuento en varias entregas Parte IV

"¿Por qué nunca sonríes?", preguntó Ella en tono curioso.
Galván la miró mientras comía el postre. "No tengo motivos. Date por bien servida de que no esté de mal humor". Luego vino el silencio. Galván se le quedó mirando fijamente; Ella no podía sostener la mirada sin sonrojarse.
Galván sintió que la pierna cálida de Ella reposaba sobre la suya, por debajo de la mesa. "Estoy cansada de estos tacones. Voy a regalarlos", afirmó Ella, con ojos brillantes. Ambos bebieron café bien cargado.
Sonaron las últimas notas del bolero y se esfumaron las buenas intenciones. Sacó un cigarrillo del bolsillo que fumó con ansiedad mientras continuaba su camino. La lluvia volvió, pero a él no le importaba mojarse. Es más, le gustaba porque se sentía vulnerable y de alguna manera libre.
Pero, tuvo que disminuir el paso porque se sintió mareado, veía mujeres, veía a Ella, caminando hacia él. Tomó con fuerza la cacha del arma dentro de su bolsillo. La seguía viendo caminar hacia él pero sin acercarse. No lo entendía. Sólo podía ver la candidez de sus piernas envueltas en las medias veladas, su paso firme y provocador.
El arma se acomodó en su mano. Aunque no entendía qué sucedía y no podía ver con claridad por el aguacero, se guió por el impulso. Tomó aire; se decidió a sacar el arma. En ese mismo instante, sintió cómo al aspirar, el perfume de Ella llenaba sus pulmones. Sintió que alguien estaba detrás.
"Galván", dijo una voz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario